sábado, 9 de diciembre de 2017

VILMA SASTRE-ARGENTINA



 
 

Vilma Sastre, nacida en La Pampa, República Argentina.

Miembro Academia Norteamericana de Literatura Moderna y miembro de ELILUC, Miami, USA.

Mención Especial Certamen Rapsodia Ensamble de Voces – Buenos Aires. Editorial Mono Armado (2017)

Distinción Personalidad Destacada de la Cultura en el Encuentro Nacional de Escritores Voz y Contravoz Mar del Plata  (2017).

Presentación libro Hacen falta Molinos en el Encuentro Internacional de Poetas Grito de Mujer 2017 en diversas ciudades de Granada, España.

Mención Especial Certamen Nacional de Poesía “Lágrimas de Circe Hacia Itaca” – Mar del Plata (2016).

Presentación del libro Hacen Falta Molinos y ponencia sobre la poeta Colombia Guiomar Cuesta Corral en el XIV Encuentro Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena de Indias – Colombia (2016).

Ganadora en el Encuentro Internacional de Poesía en La Habana –Cuba.  1er.premio prosa poética en Pinar del Río (2012),

Ganadora en 2008 del 1er.Premio en prosa por el cuento “Darío el Grande” en Alpachiri –Pcia. De La Pampa y mención especial por el cuento “El Monte”.

Publicó textos poéticos en Barcelona, Editorial Errantes, categoría  Centón,  junto a poetas de la Lírica Española Contemporánea.

Co autora en la obra Teatral “Sabores del alma” (Buenos Aires en 1998). Co autora en la obra Teatral “Mapas de miel (Buenos Aires en 1996).

En marzo de 2015 publicó el libro de Poesía “Hacen falta Molinos”, Editorial Huesos de Jibia, Madrid, España.

Participa de encuentros de escritores en Argentina y en el extranjero y ha prologado novelas y libros de poesía.

 

COUPLE (diatriba en la octava más baja)

 

Se necesitan dos para un reproche.

El uno en posición estática.

Así, laxo, sin pestañear.

In di fe ren te o por el contrario al acecho  (nunca se sabe) pero en silencio.

El otro visceral.

Por este último surgen desde todos sus poros, como una barba mal afeitada, nervaduras de sonidos que se multiplican y funden hasta gotear palabras crudas.

Salen espontáneas -digamos-  premeditadamente impulsivas y se filtran en cualquier diálogo pueril.

Es por eso  que vociferan en tonos agudos (alzan el dedo índice en clara señal de crítica) y destilan al voleo bocanadas  de furia dudosa.

Yo inclino la cabeza y trazo paralelos entre  mi espacio y tus tiempos,  pero yo, en resumidas cuentas ¿qué?  La melancolía crece como un lago y el lenguaje repite me repite  en balbuceos  de sal.

Y bien: el aludido retoma el viejo subterfugio inmóvil de la piedra  ¿o es una postura de defensa?

Sin embargo vuelve a la carga con materiales dispersos a saber: murmuraciones débiles,  intentos absurdos por quebrantar la mirada (sin otra  profundidad que estar ahí), algún que otro arrebato en  abrir puertas falsas bajo el sol.

¡Es una estafa! –le grito. Y allí comete el primer error: confunde aromas.

El visceral contraataca entonces impiadoso.

Y hablo (la voz carnosa)  de minúsculos incendios en el hielo, de la casa de alabastro, de flores maché  -aún persisten-  en los escombros del jardín.

Y digo que la arena forma una sola figura  hasta que se desdibuja el anclaje (triste maniobra del corazón). 

Finalmente llega el turno del amor mayúsculo y del desamor en letra bastarda - mala palabra se escuchan abucheos.

El uno reacciona:   Injurias señor Juez, hay tergiversación de testimonios.

El otro arrastra los párpados a modo de censura.

Cae una lluvia roja roja.

Se sofocan los bordes hasta desmembrarse en últimas señales. Me vacío de cuajo,  mi sombra en vilo sobre el regazo tibio.

El uno vacila y no dice no. Apenas un chasquido de monólogo vulnera su propia lengua ¿hay algo más inútil? 

Y sigue ahí con luz ajena y circular – yo presencié su imagen mientras doblaba prolijamente  mi pañuelo.

¿Y el otro?

Si cruzan el umbral de su casa  no verán otro objeto (aunque hay miles, imperceptibles)   que un marco vacío sobre una pared blanca donde cuelga    -sin trabas en los pies- mi nombre en voz alta.